ARTE, PASIÓN Y TRABAJO

A lo largo de toda esta serie de artículos he hablado sobre el proceso de producción de un concierto, así como tips o consejos que pueden ser de mucha utilidad durante dicho proceso, esto a partir de las experiencias adquiridas durante mi último proyecto. He querido compartirlas porque para mi representó un proyecto nuevo, diferente a lo hecho anteriormente, nuevas situaciones, problemas que resolver, una manera diferente de hacer las cosas, vaya, en pocas palabras resulto ser todo un reto. 

Ya que celebré, disfruté las mieles del triunfo, comentamos, platicamos, reímos con las anécdotas de lo sucedido; llegó el tiempo de tomar un descanso, desconectarme y dejar que mi cerebro procese toda esa información producida por el proyecto. Regularmente me gusta tomar unos tres a cinco días máximo, para descansar, recuperarme y seguir con mi trabajo y entonces, hacer una evaluación de lo sucedido, un recuento de lo acontecido, recolectar información (comentarios, notas de prensa, publicaciones, fotografías, vídeos, etc.) que me permita ver el evento desde aquel punto donde yo no estaba, como es que lo vio el público. Esto dará una pauta para mejorar, qué poner, qué quitar, qué cambiar, qué hacer, qué no hacer, cómo mejorarlo, y bueno, estar abierto y dispuesto a recibir la crítica, tanto de propios y extraños. 

 

En esta ocasión, entre algunas cosas a destacar y digno de comentar y compartir como una experiencia que puede servirles quiero destacar las siguientes:

Detalles, detalles, detalles.   

Como lo comenté en el segundo articulo de la serie, DEL SUEÑO AL CONCIERTO, la semana del concierto es la última oportunidad de corregir, pulir, hacer cambios, es el tiempo de ensayar con todo lo que habrá en el concierto, vestuarios, vídeos, todos los músicos, cantantes, bailarines, tiempos, etc. Entre tantas situaciones, el tiempo fue un factor crucial para ciertos aspectos de la producción, y en lo concerniente a las mascaras que usamos para la primera parte del programa nos puso un poco en aprietos, pues hasta el soundcheck pudimos ensayar con ellas. Y surgieron detalles como las medidas, la respiración, la ventilación y en mi caso, la visibilidad, pues yo si hice pruebas con mi mascara, pero sin haber considerado mi miopía. Siempre que me probé la mascara lo hice sin lentes, y a la hora del ensayo ya con la coreografía de la iluminación, mi debilidad visual se hizo presente; afortunadamente pude usarla con lentes. Pero luego se presentó otra situación, resultó que con el calor que se guardaba en la mascara, los lentes se empañaban, así que tenía que estirar un poco la mascara para que entrara el aire y se limpiaran los lentes. Así corrió la primera parte.

 

Memoria 

Si bien es cierto, hoy en día la tecnología puede ser un aliado en tu trabajo artístico, pero nunca hay que perder el toque humano. Y uno de esos aspectos que nunca hay que perder es la memorización. Aprender la música, la letra y secuencias de las canciones de los Pet Shop Boys fue un verdadero reto, ya que sus estructuras y líricas son muy variantes, eso dificulta la memorización, sin embrago no es imposible. A pesar de que la tecnología aplicada a la música siempre me ha atraído y ha formado parte de mi carrera artística, con todo y eso sigo siendo un tanto analógico, no me he mecanizado, aun soy "análogo" por decirlo de manera figurada. Aun acostumbro escribir en hojas pautadas, correr el lápiz, ya hasta que he terminado o casi he terminado alguna composición la escribo en la computadora, mis orquestaciones aun las hago mentales, en el piano y el cuaderno, no me paso a la computadora y los sintes digitales a la primera, a menos que así se requiera.  

Haber aprendido de memoria el repertorio del concierto permitió que todo fuera más fluido y natural, que hubiera contacto de artista a artista y de artista al publico. La memoria fue lo que necesitamos para presentarnos y crear un ambiente libre y lleno de musicalidad, pues la naturaleza del evento lo exigía. Me ha tocado ver como cantantes y músicos hacen uso  indiscriminado de dispositivos electrónicos como celulares para ver las letras y las guías armónicas de las canciones, eso, para un ensayo o una presentación un tanto informal en algún bar, café o restaurante, está bien, es pasable, pero para un concierto le quita cierto profesionalismo, imagen y sobre todo si hay que tener algún tipo de interacciones, definitivamente no es conveniente, hay que ser discretos en su uso y su presentación.  

 

Vestuario 

Algo que nunca antes había experimentado y probado, fue el cambio de vestuario, esto definitivamente le dio otro toque y otra dinámica al concierto; tres momentos, tres vestuarios, tres peinados y tres caracterizaciones al menos con las mujeres. Eso lo hizo más interesante, llamativo y fresco, pareciera que en cierto momento se tratara de otros artistas y otro ambiente; esto trajo variedad e intriga de manera que el público se preguntara ¿y ahora qué sigue? 

Aun hasta la participación escénica del equipo de staff con sus uniformes fluorescentes de cuadrilla de constructor causo impacto, pues su aparición formó parte del desarrollo escénico para que no fuera un tiempo muerto. 

 

Factor sorpresa 

De principio a fin, el concierto fue un cúmulo de acontecimientos inesperados para el público, haciendo del evento no un concierto, sino una experiencia.  

Como elementos sorpresa a destacar podría mencionar: 

- El inicio del concierto, donde el telón esta cerrado, comienza la música y la iluminación de manera que el público ve como si dentro del escenario estuvieran cayendo relámpagos.
- La aparición de cuatro sujetos con mascaras metálicas.  
- El equipo de staff con vestuario de cuadrilla de constructores.  
- La pantalla a contraluz para crear una sombra con la cantante. 

- Bailarines con pinturas fluorescentes.
- Participación virtual en el material multimedia de un cantante invitado. 

 

Zona de confort 

Todas estas cosas antes mencionadas provocaron que saliéramos de nuestra zona de confort, o dicho de otra manera, de nuestro “statu quo” ya que tuvimos que involucrarnos en acciones con las cuales no estábamos familiarizados y tuvimos que exponernos para poder conseguir el resultado que se buscaba. Y al vernos inmersos en situaciones donde no estamos acostumbrados a trabajar, demandó de nosotros un mayor esfuerzo, concentración y disposición de trabajo. En mi caso, tuve que concentrarme en pensar, ejecutar y resolver problemas o situaciones técnicas, musicales y performaticas que se fueron presentando en tiempo real, elevando mi adrenalina a niveles que nunca antes había experimentado. 

Es así como doy por terminada esta serie de publicaciones, esperando les haya gustado y sobre todo les sirva a todos aquellos que organizan eventos, que puedan encontrar en mis experiencias un apoyo a su trabajo. A todos mis amigos y apreciables lectores, no me queda más que decirles que todo esto queda reducido a tres palabras, arte, pasión y trabajo.

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